¿Por qué funcionó la intervención psicológica en el Trastorno por déficit de atención? Parte 2

Diego Kanzepolsky

El acompañamiento psicológico para la detección y atención del trastorno por déficit de atención, es fundamental. Un profesional de la salud es la figura indicada para acompañar a padres, familiares, amigos y niños a través de este proceso tan fundamental para el desarrollo. Aún hay muchos mitos, desconocimientos y confusiones sobre este trastorno, por eso es tan importante mantenernos informados.

¿Qué es el Trastorno por déficit de atención?

Este trastorno por déficit de atención e hiperactividad, conocido por sus siglas como TDAH, es bastante frecuente en etapas de la niñez y tiene que ver con el neurodesarrollo.

En OpciónYO queremos darte las mejores oportunidades para que puedas atravesar tu proceso de la mejor manera posible, para esto es necesario que estés informado ¿y qué mejor manera que leer de primera mano lo que los profesionales tienen que decir al respecto?

El licenciado en psicología Diego Kanzepolsky profundiza más sobre este tema. Comenta: 

"¿Cuál es la función del medicamento?

Julio nos confronta una vez más con lo que parece ser la demanda de nuestra época. Nos encontramos con pacientes que han sido medicalizados con el único objetivo de eliminar sus particulares modos de expresión. Con la famosa Ritalina (metilfenidato) a la cabeza hay todo un armamento químico al servicio de padres desesperados. Técnicas estandarizadas y diagnósticos estigmatizantes se esgrimen como la fórmula que permitiría llegar a las metas esperadas socialmente.

Ante esto una pequeña reflexión. Cuando observamos que los padres aceptan medicar a sus hijos con algún tipo de droga para combatir la sigla que sea, como intervención intento comentarles las consecuencias que éstas tienen en el cuerpo de su hijo. Por lo general, los padres reaccionan asombrados, hasta horrorizados, pero en la mayoría de los casos, esto no genera que interrumpan su administración.

¿Cómo es posible que la información recibida no baste para que dejen de realizar algo que afecta considerablemente a su hijo? Esto lo he constatado incluso en padres que han podido establecer una transferencia conmigo y que me han posicionado en un lugar de saber con respecto a lo que le pasa a su hijo.

Lo mismo ocurre en pacientes con discapacidad cuando les digo a sus padres que su hijo necesitará de la ayuda de un acompañante terapéutico. Al no estar nomenclado, no se lo reconocen en la obra social y ellos deben decidir entre dar por perdida esa posibilidad para su hijo o presentar algún tipo de amparo legal por medio de abogados o de una institución del estado. En todas las situaciones me ofrezco como acompañante para ayudarlos a realizar los papeles o para confeccionar los informes que fueran necesarios para lograr el objetivo propuesto.

La respuesta con que me suelo encontrar en el 90 % de las situaciones es la misma: los padres abandonan esa posibilidad. Algunos me lo dicen directamente, otros, después de decirme que lo van a hacer, dejan pasar el tiempo y siempre “encuentran” dificultades en el camino que le impiden llegar a la meta.

A veces como padres tratamos de prestarle la mayor atención a nuestros hijos y para esto también debemos atender sus emociones, los niños pueden atravesar cuadros depresivos, de ansiedad, de luto complicado e incluso trastornos más complejos, por eso es fundamental estar atentos a todas las señales que puedan presentar y acudir de inmediato con un profesional. 

Sólo así podemos atender sus necesidades emocionales e incluso ayudarles a forjar una autoestima positiva sólida. 

Las herramientas están aquí, sólo debemos aprender a usarlas y sacarles el mejor provecho posible.

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¿Qué debemos seguir profundizando?

La actual ley de salud mental 3 , apunta a dar un lugar a la subjetividad que me parece realmente interesante, pero la información que proporciona no es suficiente para generar el cambio. Pienso que no alcanza por diferentes razones de las cuales sólo nombraré dos: La primera es que la ley es una herramienta, que requiere de nuestro compromiso para que tenga consecuencias. Por sí sola no es más que algo muy elaborado pero que no tiene mayores efectos que el poder decir que tenemos una ley muy interesante.

La segunda es que hay una serie de situaciones que no pueden ser resueltas apelando a la ley moral sino más bien a la ley del inconsciente. En el caso de la medicación se trataría de ver a qué lugar fue a parar la droga para los padres y para el niño, es decir, a qué objetivo obedece el hecho de que sabiendo los efectos que genera su incorporación, aún así “prefieran” seguir sosteniendo su administración.

A prima facie uno puede decir que la droga va a contrapelo de la manifestación sintomática puesto que se propone eliminarla, por lo tanto uno podría pensar que algo de este orden podría jugarse en los padres. Es decir, que los padres reciban información sobre lo perjudicial de la droga administrada a su hijo no alcanza para que dejen de hacerlo ya que la droga no es administrada debido a lo que se sabe de la misma sino por la función que cumple y su función es la de taponar el síntoma y brindar el “equilibrio” familiar tan deseado.

Los síntomas actuales generan verdaderos desequilibrios, agujeros interesantes en la “normalidad familiar” y esto constituye otra razón por la cual veo en el síntoma un aliado en la dirección de la cura. Nos corresponde analizar qué tipo de “normalidad familiar” se había instalado, razón por la cual apareció el síntoma.

En el caso del tratamiento no nomenclado, habrá razones por las cuales los padres prefieren sostener las cosas como están antes que generar algún movimiento. Indudablemente que para tal fin, la Ritalina es mucho más efectiva y rápida que el acompañamiento terapéutico.4

Sería interesante pensar qué ocurre en muchos padres cuando deben utilizar la ley para hacer valer sus derechos que prefieren dejar las cosas como están. No pretendo resolver la problemática sino plantearla para hacerle un lugar.

El A.D.D. también es del orden de lo necesario

También he observado que estos diagnósticos de moda, a la vez que obturan el despliegue de la subjetividad, en ciertas situaciones han posibilitado que algunos padres terriblemente exigentes, pudieran entender a su hijo. Que los padres puedan ubicar que, su hijo no cumple con sus expectativas no porque no quiere, sino porque no puede, ha generado la disminución de demandas narcisistas que dejaban expuestos a los niños a nunca alcanzar lo esperado por ellos y los liberaron de quedar en el lugar de niños problema.

Debo aclarar que, si bien es verdad que el diagnóstico que viene al lugar del ser los deja en el lugar del niño = problema, intento no rechazarlo, puesto que considero que estas etiquetas que los padres traen a las primeras consultas dan una respuesta necesaria acerca de quién es su hijo.

Muchas veces se constituyen en la bandera que han plantado después de tanto deambular por profesionales sin escuchar algún tipo de respuesta ante la angustiante pregunta que los acechaba ¿qué tiene mi hijo? o en los casos menos habilitantes pero igual de angustiantes ¿cómo hago para que esto desaparezca? Cada vez que he apurado el proceso de reflexión sobre este modo tan particular de nombrar y relacionarse con su hijo, he generado la abrupta interrupción del tratamiento.

Tampoco considero que deberíamos ubicarnos en el extremo opuesto. Para abrir sin cerrar absolutamente nada, los psicoanalistas somos unos expertos y nos hemos esforzado para hacer de la abstinencia una religión que promueva la no respuesta ante cualquier pedido. Nos hemos amparado en ella siendo cómplices de vacíos que fagocitaron familias enteras. Hemos caratulado como “resistencias al tratamiento” a verdaderos intentos por hacernos ver que estábamos equivocados.

Si bien yo no transmito ningún diagnóstico a los padres al estilo TGD, ADD, etc, tampoco lo hago al estilo neurosis, fobia, psicosis, etc. Ni siquiera lo hago al tomar apuntes para configurar las historias clínicas de cada paciente. Lo que sí hago es transmitirles las modalidades de relación de su hijo con pares y adultos, así como también sus frases más significativas que dan cuenta de la modalidad del funcionamiento familiar. Esto se los comunico a los padres con el nombre de evaluación diagnóstica. Es una evaluación que le permite ponerle un nombre a lo que le pasa a su hijo sin que eso se transforme en un territorio estanco. Además los compele a ver su responsabilidad en lo que le ocurre a su hijo y les permite ayudarlo.

Nosotros no escapamos del “furor clasificandi”. Creo que es algo de lo que no vamos a poder desprendernos del todo. Considero que se trata de algo más complejo que de deshacerse de aquel viejo jean que tanto nos gusta a pesar de sus agujeros y el descontento y crítica familiar. Necesitamos clasificar puesto que no podemos vivir en un mundo donde las cosas no ingreses en algún tipo de clasificación.

La lógica que se deduce del síntoma se resiste a la clasificación, es más bien el agujero que resulta de la misma. Es la sorpresa o el sobresalto que genera encontrarnos con el vacío detrás del velo que llamamos ADD o niño falo.

El mundo de la psicología es fascinante y cada día debemos seguir formándonos para estar a la vanguardia y así poder ofrecerles a nuestros pacientes la mejor información y atención. Nuestra principal tarea como psicólogos es servir, acompañar y ayudar."

La psicología es un mundo de posibilidades y en OpciónYO queremos acompañarte a través de tu proceso, de forma amena, cómoda, segura y empática, para crear una conexión que te acompañe siempre que lo necesites. 

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